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Travesía en P.N. Yurubí - El Diamante Verde


La Neblina más Blanca
 
Una montaña que se impone entre dos valles en el estado Yaracuy, rica en recursos naturales, cuna de la tribu Jirajara, posada al norte de San Felipe como gigante gentil que provee de agua y clima fresco a gran parte de sus poblados, en cuya envergadura imponente habitan frágiles ecosistemas que hoy se ven asediados en su periferia por la tala , la casería y el crecimiento descontrolado de pequeños poblados empobrecidos que luchan ante la asfixia voraz de un país sumido en la demagogia y la falta de planificación, que monta sobre sus espaldas el peso de sobrevivir sin oportunidades y que intuitivamente responden dentro de su ignorancia echando mano de aquello que están muy lejos de valorar y que cada día sufre y baja su cabeza ante la inconsciencia de su error, a la que solo le queda esperar silente bañando de  pulcro blanco cada mañana los techos de los hoy la arruinan y vejan.
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La terquedad da sus frutos

Luego de varios meses sin saborear la aventura y tras un intento frustrado por trabas logísticas, al fin pudimos poner nuestras ruedas en aquella espectacular montaña, a pesar  de que casi estuvimos a punto de aplazarla por segunda vez y esta por circunstancias de último minuto.

No sé si gracias a que algunas veces la terquedad se impone ó el arte de la persuasión cada vez está mejor lograda ya que por a alguna de las dos, pudimos a escasas horas del tope logístico activar el plan de ir y cruzar esa increíble montaña, haciendo literalmente volar a todos los del equipo que en ese momento daban por cancelado por segunda vez el intento  de explorar aquel lugar.

Con el tiempo extremadamente ajustado y los peroles encima junto a las bicis, salimos a Yaracuy. Era viernes 7 de febrero, la vías estaban increíblemente libres y el desplazamiento fue ligero, no había mucha información de lo que sucedía pero se rumoraba que en Táchira comenzaban disturbios al igual que en otras partes.

Como sabíamos que casi todo el trayecto andaríamos de noche y con las bicicletas arriba exponiéndolas a las miradas ajenas, fue bastante tenso bajar hacia Puerto Cabello a esas horas y a pocos días del suceso trágico de Mónica Spears. Comentamos y hablamos mucho de eso además de contar con los ilustrados relatos  de nuestro amigo Rodolfo Plaza cuyo conocimiento en historia de Venezuela referían cada kilometro que rodábamos con batallas y sucesos de la época española desde Vigiríma hasta las minas del libertador en Aroa. Así que en compañía de Páez, José Félix Ribas, Boves y el propio libertador la vía se hizo corta y nos fue llevando hacia Morón, Marín y finalmente Yumare.

Esa noche, en la que los cauchos humeaban en otros estados, llegamos como a las 11:30pm a ocupar la posada en busca del merecido descanso para que al siguiente día a primera hora nos enrumbáramos al pueblo de La Vaca ubicado justo a pie de cerro del parque nacional Yurubí.

Día 1:
Nos levantamos a las 7am todos,  ya que asi lo acordamos la noche anterior, fuimos a una arepera cercana y desayunamos mientras arreglábamos al mundo con unas maltas bien frías, arepas y empanadas. Ya todos bien resueltos, cargamos agua en la vía y continuamos hacia la entrada del camino. El rio Aroa nos acompañaba a un lado de la carretera, separándose de nosotros al desviamos hacia un caserío llamado Los Ureros  al que dejamos  poco después para llegar a La Vaca.

Bajamos las bicicletas y montamos las parrillas, en ese momento unos preguntaban cual sería la distancia del recorrido y otros respondían que entre 50 y 60km. Aquí por unos instantes y en medio de una ilusa idea paracaídas, pensamos que podíamos completar esos kilómetros en un solo día, dejando el equipo para dormir en el vehículo y parte del abastecimiento. Las cosas se plantearon así pero al no conocer a donde iríamos acordamos de igual forma llevar todo el equipo e intentar completar esos kilómetros en un mismo día calculando que pasadas las 8pm deberíamos estar en Cocorote si todo iba bien y las subidas no nos maltrataban mucho.

El desnivel máximo que marcamos tenía 1700 msnm y aparecían otros de 1400 y 1500 casi alineados. Sobre esa base partimos algo pasados de confianza, adentrándonos a las faldas de esa increíble montaña, el calor era terrible ya que este parque se encuentra en medio de dos valles y éste colinda con el estado Falcón tras el mar Caribe.

Achicharrados iniciamos las primeras subidas, y había una especie de calor húmedo que sofocaba, obligándonos a hacer paradas intermedias a medida que subíamos. Así llegamos al caserío de El Diamante, cargamos agua por segunda vez y continuamos hasta el Tigre. En este lugar ya las cosas cambiaron porque se encontraba en unos 900 msnm y el calor pasó a ser un fresco montañoso. En adelante lo que nos aguardaba eran subidas infinitas. 

Aprovechamos de almorzar y continuar el tramo hasta donde nos agarrara la noche, de antemano, sabíamos que jamás llegaríamos a Cocorote ese día por el costo energético que causó la subida en unos de nuestros integrantes que no llegaba a nuestro encuentro a pesar de que ya habíamos comido y que eran las 2pm pasadas y el alto de 1700 msnm se encontraba aun a kilómetros de subida de ese punto. Muy agotado llego el resto del equipo tomándose su tiempo para recuperarse y decidimos en consenso pedalear hasta caída la noche para buscar resguardo y descansar en la montaña. En esa idea, salimos a enfrentar aquellos desniveles y aprovechar lo que quedaba de luz. La neblina se cerro de una manera increíble, no se divisaba más que a dos metros delante de la rueda, todo aquel espectáculo verde se mezclaba en misteriosas escenas cubiertas por la espesura de aquel velo blanco  y el silencio envolvente del camino. Todo era espectacular, la humedad dio paso al frio y aquel calor que sufrimos kilómetros abajo era solo un “casi” grato recuerdo jejeje.

Esta montaña es bastante húmeda, habíamos leído que es uno de los parques mejor preservado por lo intrincado de su selva y la escasez de caminos que permitan su exploración. Posee yacimientos de oro y diamante, además de una espectacular flora y fauna en muchos casos endémicas.  El camino transita por el lado oeste de la montaña y serpentea en muchos puntos solapado a territorio declarado como protegido en cuyos recodos abundan bucares de tamaño monumental, palmas gigantes y todo tipo de vegetación propia de una selva nublada. Estar envuelto en aquella maravilla, nos motivaba a continuar develando aquel paraíso verde.

Pedaleando en aquella bruma divisamos a un señor que junto a otros se encontraban parados en un portillo, llegamos a ellos y le preguntamos el nombre del lugar donde estábamos, diciéndonos que esa zona le llamaban El Abrigo, añadiendo que la fama del sitio y su nombre se lo debían al frio que hacia allí en la noche. Continuamos con las preguntas en la búsqueda de un lugar adecuado para pasar la noche y nos mencionó que más arriba llegaríamos a un lugar llamado La Roca donde recibían a estudiantes de biología y fotógrafos que venían de otros lugares a explorar  la montaña  pudiendo armar campamento en unos galpones que disponían para ello. La noticia nos cayó muy bien ya que andábamos algo agotados y los compañeros fatigados ya necesitaban descansar. 

Llegamos al sitio y la neblina continuaba espesa, al igual que a la anterior, nos acercamos a otro portillo y casualmente su dueño Luis Gimón se encontraba reparando el alambrado;  al abordarlo, se mostro algo esquivo realizándonos varias preguntas a las que respondimos y expusimos lo que necesitábamos. La cosas en unos 10 minutos pasaron a ser de cierta actitud precavida a una conversación abierta y agradable en la que la luz verde se nos encendió y pudimos acceder a pernoctar allí. 


Este sitio llamado La Roca es en realidad la casa de “verano” por asi decirlo, de nuestro recién conocido anfitrión, mudado a este sitio hace pocos años y avocado a proteger y vigilar aquel lugar mágico repleto de fauna y flora de cazadores, lugareños inconscientes y visitantes externos problemáticos. Su hospitalidad no se hizo esperar, con la que armado de una cuchara y muchas ganas de conversar, nos preparo una pasta espectacular a la que le añadimos latas de atún y comimos entre cuentos de pumas , jaguares y manadas de báquiros que visitaban su casa en años anteriores. Estas tertulias se extendieron hasta muy tarde en la noche. Las hamacas las guindamos en un cuartico de bahareque muy peculiar, recuerdo que estaba repleto de grillos mezclados entre hojas de maíz producto del deshoje de las mazorcas;  gracias a dios, ninguno de esos insectos le gustaba el canto, ya que ninguno sonó en toda la noche, solamente dejándole el papel del malo al mega pacheco que nos aguardaba en la madrugada. Dos puertas sin puertas y una ventana abierta, dejaron colar toda la noche una brisa terrible, siendo este el factor de sufrimiento común en casi todas las travesías que hemos hecho.

Casi siempre que evaluamos y estudiamos el lugar antes de visitarlo, el factor frio figura entre aquellos aspectos a considerar, pero dicha estimación, fue superada nuevamente por el elemento más rebelde, haciendo que la noche fuese muy larga.

Día 2:
Amaneció y el lugar que antes estaba enterrado en nubes ahora lucia despejado por un breve tiempo, el concierto de aves era como para tomarse un rato y escucharlo en detalle, parecía que se daban turnos para cantar uno a la vez, sin mentirles, pudimos apreciar todo un repertorio de sonidos espectaculares de todo tipo. 

Aprovechamos la mañana para fotografiar y contemplar. Los cuentos de nuestro anfitrión continuaron desde temprano con un café y pepitonas con tortillas dando paso a la despedida y la promesa de volver muy pronto a su casa. 

Había tramos que cumplir aún y el caserío de Aracal era el próximo a conquistar. Ubicado más abajo, sólo tuvimos que pedalear un poco  hasta un pequeño alto para luego iniciar el descenso al que alcanzamos  casi sin esfuerzo.

Consientes de que aquel alto de 1700 msnm aguardaba por nosotros y que en esta parte de la montaña estábamos muy lejos de él y en sentido contrario, la via se planteaba compuesta de muchos altibajos, poco a poco  subimos al pueblo de Las Cumaraguas, ubicado más arriba desde el punto en que partimos a descender  y justo a un giro de 180° se encontraba la tan esperada “Y”, la cual indicaba el camino franco hacia Cocorote con sus alineados y prominentes altos de 1500 y 1700 msnm.

La conquista de este camino y sus desniveles tenía como objetivo llegar al último punto llamado La Capilla de Milla. Este sitio era el principio del final de las agotadoras subidas y el  que nos separaba del logro de los objetivos apenas por unos kilómetros de descenso hasta Cocorote.
Nos hidratamos en toda casita que veíamos y partimos a darle duro a esas paredes. Asi fuimos conquistando cada alto, pasamos cantidad de caseríos que se apoderaban y desplazaban la selva al ritmo que crecía su población. Nos enfrentamos a aquel fulano de 1700msnm y se dejo colar entre las ganas de llegar y la presión de la caída de la tarde. 

Al fin llegamos a la famosa Capilla de Milla, lugar de encuentro turístico  regular para los que “visitaban”  aquellos espacios en años anteriores, pero que hoy en día está convertido en nido de malandros, valiéndose de él para reunirse y formar relajos entre motos y licor, al que el gobierno regional le construyó una especie de comedor al lado de la pequeña iglesia, con instalaciones que más parecen un terminal de pasajeros  que otra cosa, opacando y afeando lo que imagino que en distantes épocas conservaba la esencia de la montaña y su magia, muy parecido a la locura que le construyeron a los buhoneros en Pico el Águila (Mérida), rompiendo con la armonía y escencia de esos lugares, edificando y lanzando concreto por todos lados sin medir ni hacer estudios de impacto y urbanismo.

Celebramos nuestra llegada a ese punto, pero la verdad no encontre un ángulo atractivo como para tratar de buscarle algo bonito y artístico al sitio. Tomamos el descenso por una vía ancha hasta Las Tres Cruces (*)  y a ritmo llegamos a Cocorote felices de haber logrado aquella travesía que por más que intento frustrarnos las ganas de hacerla, finalmente la conquistabamos.

El grupo logístico nos aguardaba con una buena cena y ansias de escuchar todos los cuentos  que traíamos para compartir.

Hasta la próxima aventura.

Por: Sherandoe Montilla
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(*) Cuenta la leyenda, que en el lugar llamado Las Tres cruces y donde se encuentra una pequeña capillita de oración con una virgen dentro, sucedió un hecho que conmocionó a todos. Se dice que  cuando solo era un caminito de paso para bestias y de habitantes que poblaban esos pequeños caseríos, una señora que le atribuían dotes de curandera se detuvo junto a su nietecita en este lugar, le dijo que la aguardara allí un momentico porque iría a recoger agua al riachuelito que se puede ver hoy en día ubicado al lado del camino. La nietecita obediente se quedo a esperar un buen rato parada en aquel verdor. Un señor que pasaba montado a caballo se detuvo al ver a la niñita sola en medio del camino, le pregunto el por qué estaba sola allí sin nadie que la acompañara en esos montes a lo que le respondió: “Estoy con mi abuela…ella bajo al rio a buscar agua hace rato pero aún no vuelve”, el señor desmontó y bajo a ver que sucedía. Tomo el caminito que llevaba al rio y encontró solo miembros de la señora esparcidos sobre las rocas víctima del ataque de un Jaguar.

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