Carru

El sendero de La Roca y El Acero

Recuerdos que viajaron en tren

Andar en nuestros pies entre grandes barras de acero que luchan en hacerse espacio en aquel camino olvidado por el tiempo tapizado por toneladas de caliza desprendida y tierra apilada que sucumbe poco a poco los vestigios de una hermosa estructura que se extendía por más de 80Km de ingeniería de principios del siglo XIX y que se asfixia poco a poco entre selva e intemperie, deleita a quienes valoramos y apreciamos en justa dimensión lo que representó para nuestro país una hazaña de ingeniería digna de un país que buscaba abrirse paso al desarrollo.

Ya hacía rato que este sendero estaba en la lista de elegibles  para una aventura de domingo, la planeación y coordinación fue muy rápida a los que en menos de tres días ya habíamos cuadrado todo y sin darnos cuenta ya nos montábamos en el tritón contratado para acercarnos a la montaña. La entrada es la misma que usamos regularmente para entrenar en bicicleta en fines de semana cubriendo parte del tramo para abrirse más adelante en dos vías que llevan a distintos lugares. Tomamos una de ellas para buscar así el pase del rio Guaire por el lomo un inmenso tubo  proveniente del  sistema hidráulico Tuy III, que alimenta a Caracas con agua potable impulsándola por su gran cavidad de 70 pulgadas y que irónicamente la vemos de vuelta  varios metros por debajo de nuestros pies usada, contaminada  y mal oliente. Estas aguas, que mas allá de ser un botadero de desperdicios caraqueño, ha sido uno de los factores decisivos en el destino del sistema ferroviario Caracas - Valles de Tuy (*).


Breve historia

En 1883 se ordenó el estudio de factibilidad de este proyecto, dando paso a su aprobación  y construcción por el congreso en el gobierno de Guzmán Blanco cuya responsabilidad fue otorgada a la empresa Reginald Pringle. Toda esta movida progresista venia sonando desde años atrás, respondiendo a la necesidad de mejorar las comunicaciones y la distribución de alimentos en Venezuela. Ya desde 1830 se organizaba y planeaba la construcción de un ferrocarril minero - comercial desde Tucacas- a las Las Minas de Aroa en Yaracuy con tecnología inglesa, la cual se materializó  inauguró en 1877 debido a múltiples paralizaciones,  problemas operativos y guerras, ampliando su tendido progresivamente hasta 1916 donde quedo oficialmente concluido. Durante estos largos 86 años se desarrollaron muchos ferrocarriles que conectaba gracias a sus tendidos de acero: Tucaras-Barquisimeto, Tucacas-Aroa, El Hacha-Palma Sola, Palma Sola-San Felipe, La Guaira-Caracas, La Ceiba-Sabana de Mendoza, Sabana de Mendoza-Motatán, Gran Ferrocarril del Táchira, Coro-La Vela, Puerto Cabello-El Palito-Valencia, El Palito-Palma Sola, Carenero-Río Chico,Guanta-Barcelona-El Vigía, Caracas-Valencia, Santa Bárbara-El Vigía etc. Asi que dentro de esta oleada de progresismo ferroviario histórico, entra nuestro aparte dedicado a la experiencia que tuvimos de explorar  estas vías en la actualidad.

Es reseñado que en 1884 se ordena la construcción del tramo Caracas – Petare y en el mismo año es inaugurado, Luego para el año 1928 toca las tierras del Tuy. Contaba con catorce túneles (existentes actualmente) y 29 puentes casi todos desmantelados en la actualidad, se conoce que aún siguen de pie el puente La Lira y el Rosario el cual pudimos conocer cara a cara.

El puente El Rosario fue catalogado como el más grande e imponente de todos los desarrollados en la época ferroviaria de Venezuela ,cuyo galardón se sustenta en sus 100 metros de longitud y más de 60 metros de altura uniendo dos montañas surcadas por un riachuelo que apenas se divisa desde la parte más alta. Estar allí puede ser una experiencia escalofriante para muchos, pero vamos brevemente a contarle como llegamos hasta aquí y luego dejamos esta parte para el final.

Como les decía en unas cuantas líneas más atrás, luego de pasar el río Guaire repleto de espuma de Ace y Ariel, tomamos una trochita que a nivel de la ruta del tren acompañaba la rivera del rio a escasos 15 metros. Era imposible intentar seguir por el camino ferroviario ya que los derrumbes modificaron tanto el aspecto que en tramos parecía ir por otro lado. Intermitentemente tocábamos las vías o lo que supuestamente eran, para salir de ellas y trepar por barrancos suicidas que nada de errores permitirían para los descuidados, aguardando traspiés con varios metros de caída al vacío en la garganta del enfurecido río Guaire y su tempestuosa corriente garantizado una muerte terrible.

Con precaución sorteamos varios pases de corte similar entre rocas y fierros retorcidos, al que sin darnos cuenta, fuimos sorprendidos por el primer túnel tallado en la propia piedra. Entre el cansancio y la sorpresa torpemente y al unísono echamos mano de las cámaras y desde allí la cosa se puso mejor. Con una longitud de unos 20 metros, nuestras mandíbulas caídas apreciaban el contorno de aquella roca maciza labrada a pico, dinamita y cincel donde se puede apreciar el tiznado que dejaba la chimenea del ferrocarril en la roca al pasar una y otra vez.  Restos de clavos y estacas como las que mataron a drácula en su tumba se encontraban enclavados en la roca esperando quizá al hijo del rey Arturo para que las pudiese sacar, ya que sería impensable intentar sacar un fierro prácticamente soldado a la roca por más de 130 años.

La experiencia desde aquí te transportaba al pasado y te hacia preguntar lo increíble de tales esfuerzos con tecnología mínima  y pensar que aun en tal punto no habíamos conocido la gema del lugar.

Continuamos el sendero ya mucho más descansado a partir de aquí, se puede decir que todo desde allí fue horizontal pero acoto que no íbamos solo con provisiones tipo picnic sino con motosierra , machetes y cuerdas para tratar de recuperar en lo posible aquella magnífica obra dentro de nuestras posibilidades.

Así pasamos 4 túneles, donde el último era el más largo y modernizado, ya que contaba con ladrillos en toda su superficie. Hidratándonos y echando fotos por todos lados llegamos a la tierra prometida, el legendario Puente El Rosario, aquella amplitud llenaba los ojos de los que por primera vez la veían , llena de troncos cuadrados desplegados en más de 100 metros de longitud tocando la mejilla de la montaña próxima. Estos durmientes (llamados así en los ferrocarriles) estaban sujetados por unas mega estacas de hierro incrustadas que atravesaban el madero y se sujetaban del otro lado a las mega vigas que soportaban el puente. 

Era de esperarse que cruzarlo sería oficio obligado para lo que instalamos una cuerda de seguridad o línea de vida para prevenir semejante caída. Armados de valor iniciamos la caminata por la humanidad del protagonista de esta historia, a simple vista no parecía tener problemas caminarlo viéndolo desde la orilla por así decirlo, pero bastaba poner un pie en aquellos maderos podridos y ahuecados para pensar lo peor. La opción era caminarlo por la viga, que en tramos se encontraba desnuda y te dejaba ver una escalofriante caída libre de más de 60 Mts. A pesar de estar sujeto a una cuerda y saber que si caías podrías salvarte, el solo hecho de pensar pasar semejante susto te activaba todos los nervios del cuerpo. El vértigo no abandono a nadie y solo en un rato pudimos relajarnos y tomarnos un tiempo para reposarnos en la parte más alta y poder conversar y disfrutar del paisaje.

La vista desde aquí es impresionante y nada recomendable para aquellos que sufran de vértigo donde te preguntas cómo lograron hacer tal estructura en esa época. Pues bien, justo en la mitad un enramado de bejucos salía a nuestro encuentro desde lo más profundo del cañado, fue nuestro trabajo retirarlo tanto arriba como abajo y utilizar la motosierra para retirar árboles que afectaban la estructura. Así poco a poco trabajamos en equipo para dejar aquel lugar con más expectativas de existencia en el tiempo para aquellos que en el futuro deseen conocerlo y que gracias a lo apartado del lugar, aún conserva mucho de lo que fueron sus años dorados.
 
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(*) Fueron varias causas las que retrasaron la construcción y puesta en funcionamiento del ferrocarril hasta la última estación en Ocumare del Tuy, una de ellas fue la crecida del Río Guaire en 1892 que arraso con parte de las obras que se adelantaban y originó la paralización por 10 años del proyecto. Sólo hasta el año 1902 se reactivan los trabajos y concluyen el tramo hasta Santa Lucia en el año 1910. Posteriormente vino la gran huelga ferrocarrilera en 1919 que afecto tanto esta obra como las otras a nivel nacional a causa de demandas laborales y contratos para finalmente llegar a Ocumare del Tuy en 1928 ya en el gobierno de López Contreras, quien nacionalizó  el ferrocarril de Venezuela en su último año de mandato ,1936.


Por: Sherandoe Montilla
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