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El Sereno, un caserío entre montañas y rieles.

Serpenteando en la cuenca de las quebradas Capaya y Soapire, retumba desde las hondonadas hasta las crestas repletas de verde aquel gusano de hierro y acero que a intervalos aparece y desaparece atravesando de un lado a otro las faldas vírgenes de toda esa vegetación que parecía indomable, que mansa cede espacio a una robusta estructura encajada en sus cimientos y aferrada a sus laderas, rodeada de cables que zumban como enjambres dando vida a todo aquel aparataje del ingenio humano del que dependen muchísimas personas para mantenerse conectadas al mundo. 

Este sinuoso entramado de bases gigantescas corresponde a una etapa del Sistema Ferroviario Central que funcionará según sus creadores como “un sistema multimodal de carga y pasajeros que engranará con diferentes tipos de transporte  bajo  la promoción de centros logísticos, confluyendo medios carreteros, ferroviarios y marítimos” según la teoría, pero  Wikipedia aguanta todo, mas la realidad cuenta que las etapas reflejadas en ella como concluidas al 100%  y las fechas de proyección para su conclusión hace rato que quedaron atrás dejando como novia de pueblo a más de uno que aguardaba esas obras sin hablar del paradero de los recursos.


Sin meternos en aguas profundas y a sabiendas de que podríamos escudriñar las debilidades de siempre anidadas en la politiquería, le debemos dar crédito a esta etapa que siendo solo una parte de la obra, logró entusiasmarnos al estar a menos de un metro de ella y apreciar su gran magnitud y belleza.

La ruta que permitió tal acercamiento combina varios caminos que entran y salen de montañas, conectan caseríos y enlaza parte de las vías de mantenimiento del tren así como un gasoducto inconcluso, haciendo del trayecto lo bastante vistoso como para merecer el esfuerzo de realizarlo, saliendo de los límites del Municipio el Hatillo muy cerca de San Andrés (carretera vía Turgua) sector Monterola hasta El naranjal justo encima del túnel Los Ocumitos en el municipio Guaicaipuro perteneciente a Los Teques en el estado Miranda.

Como es de costumbre la ruta nace de la curiosidad y las ganas de escudriñar que había en esas montañas que se veían desde Turgua, dando paso a la elección de la fecha y el compromiso de intentar rodar en ellas.

La fecha llegó y Google Earch nos echó la mano para entender que debíamos hacer, para ello salimos desde muy temprano y sin desayuno hasta una bodega ubicada en el sector La Mata (El Hatillo) donde como ejercito empanadero, una familia se alineaba para amasar, rellenar y freir este manjar aceitoso de a racimos, saciando nuestra hambre así como la de los que llegaban.


Listos y llenos de colesterol salimos en las bicis buscando el  caserío llamado Monterola en un punto de la carretera que paralelo a ella se quiebra en dirección opuesta para entrar a él. Pura tierra de aquí para abajo era lo que venía reduciéndose poco a poco hasta llegar a un portillo de alambres que dejaba ver desde allí los pequeños senderos labrados por las bestias y la vía del tren atravesando las montañas por muchos túneles que a esa altura se veían como pequeñas madrigueras.

Resolviendo si bajar por aquí o por allá, le entramos a la pica con el asiento bajo, las piedras rodaban en muchos codos y lo brusco del tramo hizo desafiante la jornada en esa parte. Bajamos unos 200 Mts. y una pequeña fila donde el camino se subía hacían del momento casi de película de mtb para más abajo taparse en la base de una torre eléctrica inmensa, que sonaba entremezclada con los pajaritos y las chicharras (ref-).

El paso complicado fue corto y se convirtió en una sendero muy húmedo que se escurría entre pequeños árboles y vegetación espesa de tierra muy negra y tramos resbaladizos. Sacando la cámara para registrar las cosas pudimos contemplar brevemente el espacio interesante donde estábamos, la vegetación era de verde muy intenso y la calma abrumadora (ref-au).

Bajamos por aquel pequeño surco lo mas que se podía entre muchos árboles pequeños y raíces,  llegamos a la quebrada Soapire justo en la base de la montaña en un corte inclinado donde tuvimos que bajar agarrados de un bejuco que nos sirvió de cuerda para descender.

Ya con las ruedas en el agua, iniciamos río arriba el nuevo tramo pescando el track del gps que pasaba por debajo de un gran puente. El río era como de 3 metros de ancho, poco profundo, agua turbia y fondo arenoso consistente dando buen agarre y tracción para rodar en él.

Era algo confuso determinar la ruta porque el rio se dividió en dos y no sabíamos que camino seguir, solo al fondo veíamos el gran puente incrustado entre dos vertientes.

Al rato de verificar por donde subir, tomamos la quebrada que teníamos a mano izquierda, esta llamada Capaya es afluente de la Soapire y sus aguas según cuentan son limpias avanzando en ellas hasta llegar a unos escalones muy parecidos a las ruinas Mayas donde la quebrada se estrellaba en cada desnivel y hacían de la escena un espacio peculiar.

Luego de las fotos, no era buena idea trepar esos escalones, por lo que decidimos rodearlos hasta superarlos y encontrarnos justo debajo de aquellos impresionantes pilotes de unos 10 metros de ancho por sus cuatro caras y unos 50 metros de alto.

Al fin estábamos sobre el track con la ruta asegurada y pudiendo explorar algo mas afondo el sitio. 

Llegamos al cruce que subía al Sereno ubicado en una fila del lado sur de donde estábamos, antes de subir nos llegamos a una estación de mantenimiento  ubicada del lado norte  que nos dejaba llegar a las propias vías del ferrocarril. Fotos y mas fotos pudimos sacar acá, aquella estructura de hierro inmensa era particularmente cautivadora, no habían pasado 5 minutos y escuchamos el estruendo del tren que se aproximaba desde dentro de uno de esos huecos oscuros, que desenfrenado apareció estremeciendo el tendido que dormía sobre el suelo y retumbaba hasta donde estábamos. Pasó justo enfrente de nuestros ojos que fotografiaban aquella escena, acompañado de un par de cornetazos por parte del operador que suponemos se quedó sorprendido de ver a esos ciclistas en aquellos montes. (ref-).


Dejamos la estación y pedaleamos una buena subida de cemento que se convertía en tierra pasando justo enfrente de la primera casa que veíamos desde que bajamos de Monterola, para nuestra fortuna era una bodega y allí conocimos a gente súper sencilla y amable con la que compartimos un ratico con cervecita y jugo de naranja.

La risas, los chistes y  buenos deseos despidieron nuestra fugaz pasada por el abastico, tomando una vía amplia de tierra que empalmaba más arriba con el tramo más duro del trayecto. Una inclinada bajada de tierra que surcaba la montaña como gran cicatriz era la que debíamos hacer, nuevamente debimos ajustar el asiento y dejar que las bicicletas por gravedad descendieran aquellas paredes por donde yacía enterrado un tubo de gas inmenso que se dejaba ver por pedazos entrando y saliendo de la tierra. Llegamos a la quebrada una vez más e iniciamos un trekking por el mismo surco despejado que a contra cara emergía vertical hasta conquistar la cumbre,era inevitable afrontarlo y costó muchísima energía completarla luego de un buen rato de mucho esfuerzo. La lluvia nos esperaba en lo más alto, empapándonos totalmente solo hasta que pudimos escondernos de ella en el techito de una pequeña casita a orilla del camino.

El paso de la lluvia fue breve e inmediatamente estábamos pedaleando sobre aquel pantanal que destilaba agua por todos lados donde el sol fue ganando poco a poco espacio hasta despejar la tempestad. Bordeamos la carretera y llegamos al fin a El Naranjal, en este punto la tierra se convirtió en cemento y un descenso muy suave no dejo en un puesto ambulante de cachapas muy cerca de la autopista regional del centro, prácticamente al lado del túnel Los Ocumitos,  reponiendo energías y estableciéndolo como el punto final de nuestra satisfactoria proeza.

Garabatos entre notas:

La rutas tiene de todo, ríos, bosques, asfalto, caminata, monte, tierra y mucho más, pero se debe contar con muchas condiciones físicas para completarla sin olvidar que no tiene caminos alternos para recortarla. Puedo decirles que fue toda una experiencia y sin dudarlo volvería a repetirla solo que deben tomar en cuenta que no es para personas acostumbradas a caminos sencillos o paseos cómodos.

Hasta la próxima aventura. 06/09-2014
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Pueden visitar nuestra galería fotográfia o ir directamente aquí.
Si deseas el track de la ruta escríbenos a ecohatillomtb@gmail.com



Por: Sherandoe Montilla
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