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Cristal y Esmeraldas, MTB en la Sierra de Aroa


Saber que hay  lugares como el que les narraré aquí, existen por toda Venezuela como racimos de cambur en higuerote, puedo asegurarles que cada vez que regresamos de uno ya estamos pensando buscar el siguiente como sabueso que se desenfrena tras un rastro, cuyas pistas están regadas en todo el país aguardando secretos que sin duda pasaremos buscando el tiempo que dios nos permita hacerlo.
Repleta de verdor por sus cuatro coordenadas derrama por muchas vertientes agua a todos los pueblos que la rodean formando en muchos casos espectaculares ríos que bajan formando pozas y saltos de agua de apariencia tan virgen que ni provoca bañarse en ellos. Esta maravillosa montaña es la Sierra de Aroa y permite para nuestra suerte la exploración en bicicleta por muchísimos lugares  tanto por el norte como por el sur.
Fuera de los límites del P.N. Yurubí muy cerca de la población de la Luz, correspondiente al territorio del municipio Bolivar en el pueblo de El Hacha Edo. Yaracuy, por medio de contactos y algo de suerte pudimos conocer un sendero que posee un lugar tan mágico que describirlo en letras quizá no sea suficiente y seguro que a muchos de ustedes les habrá llamado la atención esa hermosa cascada que adorna el articulo entre tantas palabras.

El proceso

Todo lo que ya saben lo hicimos, levantarnos temprano, montar los peroles y salir rumbo a Puerto Cabello vía Morón, solo quiero en esta parte resaltar que en la vía nos paramos justo en la entrada del famoso puerto, allá donde a mano derecha hay unos treinta puestos de empanadas  que venden los mismos rellenos y literalmente te atajan al bajarte del vehículo para ver quién se queda con el cliente. Así llegamos al lugar, sin elegir alguno en específico la oportunidad de un espacio para estacionar fue quien determino detenernos en uno de ellos. Nos recibieron muy risueños y amables. Detrás del exhibidor de empanadas todos los cocineros informales comentando entre ellos y haciendo chistes como especie de un gremio. Pedimos lo normal, una de queso otra de molida etc. Nuestra anfitriona con chistecitos y picardías nos comentaba que podíamos combinar los rellenos si gustábamos a lo que no vimos problema y comenzamos a mezclar sabores y seguir tragando empanadas provenientes de aquella fritanga. Al estar llenos pensamos que una empanada promedio debería costar unos 30 bolívares en caracas y que aca por el lugar quizá estarían más baratas, pues cuando preguntamos el precio de las empanadas la joven con su cara muy limpia nos dice que 70 bolívares cada una, pues a esto quedamos perplejos y la posibilidad de reclamar era de pensarlo ya que el sitio y la actitud de ellos era como que sabían que nos estaban robando pero un reclamo a ellos sería un reclamo a todos, a lo que considerar dejarlo asi era mejor elección antes de entran en un ambiente tenso donde probablemente resultaría familiar para ellos y peligroso para nosotros considerando el equipaje que traíamos.

Siguiendo nuestro camino y dejándoles la moraleja para cuando anden por allí llegamos al lugar pautado  en Yumare a descansar ese día.

Partimos como a las 7 am hasta el pie de cerro, tomando la montaña como a las 9am, una impresionante subida de unos 12 km entre cemento y tierra que pesó en nuestras piernas hasta el punto mas alto de la ruta. El agua se agotó muy rápido y por ser una zona algo poblada abastecimos los termos un par de veces tocando la puerta de la gente.

Este dia en particular coincidimos con una época del año que se manifiesta y se reconoce entre sus pobladores (Lara) como los caballitos, no estámos precisamente en ese estado pero quizá  todo lo que sea zona montañosa del centro occidente del país suceda lo mismo, azotando las partes montañosas con ráfagas de viento  muy fuertes que levantan tejados y tumban árboles pudiéndote tumbar de la bicicleta si no estas lo suficientemente estable sobre ella. Vivimos por segunda vez este fenómeno, pero ahora mezclado con una tormenta que se sacudía y acentuaba su fuerza mojándolo todo y derribando árboles por doquier (A.ref.01). De este fenómeno uno de nosotros no pudo escapar tumbándolo en plena subida, justo cuando unos habitantes miraban la impresionante tormenta desde su patio y vieron caer al incauto ciclista riéndose con rochela de la ocurrencia.

Entre viento y sed alcanzamos el cruce. Refugiados en un techito aguardamos con impermeables encima. Al ratico la lluvia siguió de largo y logramos apartarnos de ella hacia la cara de la montaña que no estaba encapotada.Un camino que se alejaba de lo urbanizado nos dirigía al bosque dividido al principio por varias fincas con alambrados y falsos que se debían sortear para continuar el sendero. Poco a poco fuimos bajando e internándonos en la espesura  a medida que la cosa se ponía buena. Un descenso espectacular por un bosque verde oliva, lleno de raíces y codos, fue la antesala para lo que venía.

Un par de bajadas inclinadas nos dejaban en la orilla de un riachuelito pequeño muy cristalino que dejaba colar un ruido sordo al fondo que parecía una cascada. Sabiendo lo que había y generaba tal ruido fuimos directo a él revelándose ante nuestros ojos una escena absolutamente espectacular. Un chorro de agua deslizándose por una laja de roca tallada la soltaba en caída libre hasta estrellarse en una piscina verde esmeralda realzada por un haz de luz que se incrustaba en aquella turbulencia acentuando aquel color intenso que se perdía en lo profundo como si fuera vidrio iluminado, el que descendía su resplandor hasta que la profundidad apagaba su brillo un par de metros abajo.

La escena no podría ser mejor, aquella cascada sonaba en todo el lugar mezclado con el canto de los pájaros envuelta en aquella espesura virgen (A.Ref.02).

Boquiabiertos y luego de agradecer de estar allí, no pudimos evitar meternos en aquellas aguas de portada de revista y constatar que en su centro la profundidad superaba los 3mts.

Todo aquello fue espectacular y pudimos permanecer allí un par de horas hasta que decidimos bajar. Una pequeña casa en la colina conquistamos empujando las bicicletas unos 600 mts, habitada por el Sr. Francisco y su familia, quienes nos recibieron con cachapas y sonrisas generosas.

Pudimos compartir un rato con ellos dejando la promesa de volver, para luego retomar las bicicletas y completar la otra parte del descenso cerro abajo hasta El valle de Aroa.

Fuera del bosque, la vegetación cambio para convertirse en un chiribital algo espeso pero transitable, el calor era mayor y la bajada más rápida, con partes técnicas y codos desafiantes, los que compartíamos en ocasiones con ganado de la zona.

Las cosas acá abajo  eran distintas a las que experimentamos arriba, la brisa era calmada y el lugar en si muy solitario, el sonido que pudimos captar en ese momento lo registramos en la siguiente referencia. (A.ref.03)

Un espectacular sendero , una subida parte piernas que promete a sus conquistadores un descenso boscoso al pie de uno de los pozos poco conocidos más espectaculares que he visto, ubicado en las faldas de una montaña que guarda sorpresas para aquellos que se decidan a explorarla.

Acá la galería:
Flickr.com/ecohatillomtb

Muestras bioacústicas recabadas en el sitio:
(A.Ref.01):
(A.Ref.02):
(A.Ref.03):


Por: Sherandoe Montilla
ecohatillomtb@gmail.com
@ecohatillomtb
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