Carru

Fila Melandres, el dromedario dormido.



Bañada de luz cálida que entibia las tejas y jardines luego de sus noches frias, despierta un hermoso pueblo lleno de color, que como cascada motea de rojo sus laderas a la sombra de una gran montaña que esconde su manto negro a medida que la luz dorada le roba los espacios coronando sus arromadas crestas. Éste pueblo que cada día dibuja geometrías a lo largo y ancho de sus inmensidades para llevar a los anaqueles las más jugosas fresas y duraznos caracterizados por su delicioso sabor, hoy precipita la inspiración de quien busca respirar su más puros vientos y recorrer sus secretos caminos.

El pueblo de El Jarillo al igual que la Colonia Tovar fueron fundados por inmigrantes alemanes hace más de un siglo, forman parte del estado Aragua y ambos se hayan sobre los 1500 m.s.n.m, compartiendo las mismas actividades en el ramo agrícola y turístico.

Como todo reconocimiento que se hace en los lugares a los que le andamos en dos ruedas, a pesar de su extraordinario clima, hermosas vistas y gente amable, el peso de sus problemas cada día opaca el brillo de la sonrisa de sus habitantes. Como ya sabemos El Jarillo vive del turismo y de lo que producen sus tierras, pero su merma afecta la vida y el ánimo de sus pobladores en muchos aspectos atribuidos a la falta de fertilizantes y fungicidas para sus plantaciones a causa de la corrupción y el monopolio de los organismo encargados de garantizarles dichos suministros, la escases de alimentos y el alto costo de los productos que a duras penas se consiguen se suman a la sazón del desagradable caldo,  otra de las quejas más subrayadas es su aislamiento, ya que la juventud que ahí se forma no tiene acceso a educación especializada, limitándose a un pequeño liceo que obliga a salir fuera para poder formarse en una carrera, también el turismo ya mermado sigue su caída, notándose la abundancia de negocios cerrados y posadas vacias. Es impensable que estas cosas suceden aquí y en todo el país por falta de gestión, pero dejemos la reflexión para el final del articulo y permítanme describirle la parte buena de este lugar en las siguientes líneas.

Una red de calles y caminitos se tejen en todo este pueblo y a su vez conectan con otros más pequeños del este hacia el oeste, desde lo más profundo de sus depresiones hasta sus despejadas lomas suben y bajan como un sistema nervioso superficial. Podrías planificar un recorrido largo al igual que uno corto solo variando que caminos quieres interconectar y hasta donde deseas conocer. En este caso decidí por uno corto que me diera algo de visión para entender como organizar un trayecto más largo y mejor planificado.

Hospedado en el sector la Enea, cerquita de la fábrica de dulces de duraznos, tenía a unos escasos 50 metros el acceso a la via que me llevaba al centro del pueblo, de allí la vista de unas lomas muy romas y con poca vegetación atraparon mi interés y la seguida investigación del sitio. Luego de hablar y descifrar como llegar a las limpias jorobas de ese dromedario que yacia dormido a la derecha del pueblo planifiqué mi ruta para el dia siguiente.

El reloj sonó a las 5:30am y las tinieblas abandonaban los espacios que ocupaba lentamente la luz timida. La silueta borrosa de las cosas apenas se veían entre la pereza del sueño que te sujeta y pierde terreno en el trasciego de lo irreal a lo real y que rompe esa lenta transición el entusiasmo repentino de la promesa planeada para hoy. 

Duraznos y yogurt serían mis cargas energéticas antes de salir, como el recorrido seria corto no creí necesario llevar agua ni gps para la ruta, más que 200 Bsf. que doble y metí en el estuche de la cámara, estimando volver poco después de las 830am. Sali a la calle y ya se veían los trabajadores de la tierra recolectando sus frutos en las distintas laderas, el frio era sabroso y la rueda andaba ya en movimiento a la búsqueda de conocer nuevos terrenos.

El sol rompía al borde del P.N. Macarao, estrellando sus rayos anaranjados sobre las formas redondeadas de nuestro objetivo, la vía hacia quebrada grande llevaba la brújula hacia él, sobre vías de tierras intermitentes. Pasando este tramo y confirmando una que otra vez con personas que encontraba en el camino ocupándose de sus duraznales llegué por fin a la entrada de la montaña. 

Por fin llegue a Medrales, un caminito muy pequeño dividía las lomas en partes iguales que subia por sus redondas formas, pedaleé satisfecho de conocerlas y sin mayor esfuerzo crucé toda su extensión. Puedo describirlo como un jardín, pero más interesante aún fue que se lograba ver que un incendio arrasó con el ya estéril monte que se posaba en ella y que en su lugar solo brotaba un pasto muy verde y pequeño similar a grama, dando un toque especial al escenario Verdeuniforme.

Después de reposar y contemplar aquella mansedumbre de líneas curvas que parecían romadas por el lamer constante de la neblina continué mi camino hacia lo alto de la montaña, a estas, no sabía a dónde me llevaría pero esa era la idea, seguir por ahí para que la eventualidad me sorprendiera. Llegado el final de las lomas, rasaba la montaña una calle que al apreciar a lo lejos descendía del llamado despegadero donde se asienta la estatua de la virgen de Coromoto achicada por la distancia que reducían sus  metros de altura a poco menos de  centímetro desde ahí. Llegue a un portón desde dentro el cual sorteé y caí de lleno en ella sin saber donde estaba, seguí por instinto pedaleando hacia arriba y conseguí gente. La zona se llamaba la Ciénaga y de seguir por ahí llegaría al cementerio por la derecha y al Cedral por la izquierda, este último se veía interesante pero decidí dejarlo para otra rueda. Seguí por el mismo camino y pensé que coronar a la virgen sería un buen cierre para la empresa iniciada. Buscando maneras de evitar las vías de cemento trate de evitar en lo posible usando los caminos rurales, pero me encontré que desde allí aquel dorado hilo que surcaba la montaña hasta donde quería llegar estaba cerrado por un gran portón que por más que persuadí al cuidador no me dejo entrar obligándome a finalizar los últimos tres kilómetros de trayecto por la via principal hasta los pies de la Virgen.



Esta ruta fue muy interesante y rápida, pero no para dejar el agua en casa como hice yo. Las subidas fueron más predominantes que las escasas bajadas y la sed apareció inevitablemente, los 200 bolívares que guardé no los pude usar ya que el restaurancito que está en este parador se encontraba cerrado con una solemne calcomanía que decía: clausurado, entrando en cuenta que esa es la misma gente que sin que nadie le reclame nada ni los supervise ente alguno, no se ocupa de apoyar el desarrollo local sino más bien a penalizar y acabar con lo que a gran esfuerzo tratan de mantener sus pobladores a los escasos turistas que allí gotean.

Un buen durazno fue mi compañero en la desierta loma, el  que recogí en el trayecto de los que abundan por ahí. Detrás de mí, la callada virgen con su bebe en brazos testigo mudo de lo que sucede en El Jarillo y mis ojos curiosos ya sembrados en otra montaña mucho más lejana que anida al pequeñísimo pueblo de Quiripital que como melaza endulzaba mi vista con provocación zumbona a precipitarme al día siguiente sobre sus caminos.

Hermoso lugar, hermosa gente y grandísimo potencial turístico abunda en este lugar, necesitado de una gerencia con buen liderazgo, grandes ideas y espíritu progresista. Como desearía que El Jarillo tuviera la posibilidad de crecer y ver turistas sonrientes por doquier, a la juventud trabajando y estudiando especializaciones en agricultura y turismo sin necesidad de viajar a San Cristobal a estudiar, una alcaldía que fomente la cultura y no el populismo barato, un museo histórico, un buen centro de distribución de semillas y productos del agro, una alcaldía que capacite a sus habitantes con cursos diversos, involucre a la empresa privada y desarrolle proyectos conjuntos en pro de sus habitantes, promueva los créditos y afiance la fusión de las dos culturas alemanovenezolana, que existiese una academia de alemán gratuíta, que se celebren fechas y actos de ambas naciones en celebración de esa hermosa unión, es difícil imaginar que algo asi suceda pero no imposible. Dicen que para cambiarle la mentalidad a una generación se necesitan 200 años pero espero que en las décadas siguientes nuestro camino se llame futuro y no atraso. 

Hasta la próxima aventura, nos vemos en Quiripital :-), en el Capítulo 2.

Por: Sherandoe Montilla
ecohatillomtb@gmail.com
Instagram/Twitter: @ecohatillomtb


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